¡POR QUÉ SOY FELIZ!

domingo, 26 de enero de 2014

"ENTRE BRUJAS"

¡Oh, cómo pasa el tiempo!...mis vacaciones se van terminando y aún no termino de hacer todo lo que me propuse. Quiero comentarle sobre un taller de escritura que encontré en mis largos viajes por el Ciberespacio. Se llama Literautas y realmente me ha encantado encontrarlos.  Cada mes  participan muchos lectores que gustan de la escritura en el Taller de escritura "Móntame una escena". En el mes de octubre del 2013, participé por primera vez en el taller Nº 11 que consistía en enviar un cuento que comience con la frase “Decidí visitar a la bruja” o “Decidió visitar a la bruja”. Quiero compartir con todos los que visitan mi blog mi primer texto, ahí va:


ENTRE BRUJAS

"Decidí visitar a la bruja rolliza de cuatro pelos cuando ya no había nada por hacer. Pedro, con las heridas frescas, el cabello largo llegándole a los hombros y, el orgullo aniquilado sin clemencia me suplicó con lágrimas en los ojos “ayuda”. Sonreí complacida evitando la burla y el menosprecio, cobrándome el destino los desaires y las ofensas del pasado. Asentí sin remilgos enterrando todo resquicio de venganza y me hice a la larga travesía en busca de la distinguida señora. Viajé por toda la selva, salpicada de árboles, lluvias y animales salvajes durante 5 días y, cuando me daba por vencida, divisé a lo lejos, la rústica figura de la cabaña ubicada al pie de una hilera de frondosos árboles, que como celosos guardianes vigilaban la vivienda.


Allí me dirigí con mi fastidioso equipaje, que dificultaba mi travesía y, con la esperanza envolviéndome como una suave brisa, me encaminé ansiosa. Apuré el paso, la puerta estaba abierta, la empujé suave, un fuerte olor a incienso me fustigó el rostro. Me detuve por unos segundos asustada e imaginé a la rolliza señora de 4 pelos sentada en su silla convirtiendo a los exhaustos viajeros en divertidos animales, cuando súbitamente una mano extraña me tocó la espalda. El terror me paralizó y, sacando fuerza desde lo más recóndito de mi cuerpo giré la cabeza y me enfrenté cara a cara con un ser diminuto, agrio, con la mirada penetrante. Estiró sus manos pequeñas y rugosas sonriendo dócilmente, planeando sin murmuraciones tomar las mías. Esquivé mis brazos aterrada y percibiendo mi negro destino como alimento de caníbales salvajes, huí selva adentro internándome en la espesura, buscando horrorizada protección en algún agujero



La diminuta bruja con una extraña bolsa, me persiguió sin tregua en medio de una ventisca traicionera, descubriendo la increíble agilidad de sus piernas y el derroche de piruetas. Comprobando y deduciendo lo inútil de mi huida y que finalmente terminaría acorralada en sus trampas me planté de un salto en una piedra grande, me disfracé con el rostro más duro y sanguinario que se haya visto y, con gruesos palos en la manos le hice frente inflando los pechos, con el cuello erguido. A penas me vio se detuvo y me examinó inmóvil primero, luego dando vueltas a mi alrededor siguiéndola yo a la defensiva sin bajarme de la piedra. No pedí clemencia porque sentí que no la necesitaba y, mientras más gesticulaba con avidez mi rostro, más la rolliza retrocedía; mis aires de fortaleza y dureza fingida la apabullaron y retrocedió con miedo intentando asirse de algún árbol. Enarbolando los palos con el ceño fruncido bajé de la piedra y avancé hacia ella sin miedo, con determinación, despacio, suave, deteniéndome por momentos.

 Cuando tenía la situación controlada la diminuta bruja echó a correr como una endemoniada, zigzagueante perdiéndose en la espesura. Me quedé quieta por unos minutos y, cuando estuve segura del camino libre corrí en sentido contrario sin voltear, atravesando árboles con frutos, ríos con piedras y, débiles puentes de madera que atravesé sin pestañear segura de encontrar la salida".



domingo, 12 de enero de 2014

EL PATIO LLENO


Cuando el patio se encuentra abarrotado de niños somos felices, soy feliz, el colegio cobra vida, todo es vida: las escaleras, los pabellones, las aulas, hasta las envolturas de caramelos lanzadas al aire por algún despistado parecen parlotear. En fin, observar el patio en la hora del recreo es un verdadero deleite. El enjambre de niños que  se  pugnan a codazo limpio los arcos para el fútbol, es una maravilla. 

Discusiones airadas: los más 
grandes se apoderan de la cancha; protestas inútiles de los más pequeños. Finalmente los más grandes hacen prevalecer su tamaño y hegemonía; pero ni tanto porque luego de varias riñas los más pequeños regresan avivados por un líder de su mismo tamaño, con el rostro agrio  y los puños cerrados. Ay de los que se atrevan a votarlos porque su líder, un pequeño de 6 años, es una verdadera fiera; sólo sus manitos que se mueven de un lado a otro, hacen retroceder al más villano de los villanos. Pero lo más asombroso: 3 o 4 niños apostados en el arco fungiendo de arqueros para distintos equipos. No se cómo se las ingenian para no confundirse. Todos  como púgiles en cancha se torean  embravecidos. El sudor corriéndoles por la frente, los pantalones sucios y los polos mojados. Ay de quien se atreva a cruzar el patio en esos instantes porque termina vapuleado como tiro al blanco.

Escuchar el sonido de la campana es otro deleite. Basta agitar un segundo la campana para que corran como hormigas a distintas direcciones: unos a sus aulas, otros al baño, otros al kiosco y, los más  frescos, con el caminar de una tortuga, se disponen a continuar sus juegos de canicas  a escondidas detrás de las aulas. Observar la hora del recreo es vivir con intensidad cada día de mi vida. Soy feliz. He aprendido a apreciar lo bueno de mi trabajo y los niños con sus defectos y virtudes como nosotros,  son la parte primordial de él. Un patio vacío cada fin de semana, es fúnebre, mustio y las aulas melancólicas, hasta las palomas, asiduas visitantes, desaparecen para retornar fielmente los lunes en la formación.

viernes, 3 de enero de 2014

¡BIENVENIDO 2014!

¡Oh! tanto por agradecer al 2013 y no puedo evitar que se vaya. Quería que se quedara conmigo  para seguir celebrando tantos acontecimientos importantes que me hicieron tan, pero tan feliz, pero era inevitable su partida. 

 Ahora de lejitos me observa  y no se enoja al verme complacida de recibir el 2014, es más hasta parece celebrar conmigo sin ningún recelo. Pero no puedo evitar sentir cierta añoranza, que a veces me abruma y me transporta a momentos nostálgicos 

¿Será mejor que el 2013? Indudablemente que sí, porque he aprendido que el año no me hace a mí, yo le pongo los ingredientes necesarios para que cada año sea cada vez mejor que el anterior. He tenido tristezas y decepciones como toda persona, pero me he levantado con sólo proponérmelo y he logrado transformar cada tristeza en alegría. Todo se puede mientras se anhele con entusiasmo evitando que la sombra de la desidia asome su horrible cabeza.