Celebrar el
día del Padre contigo ausente no es agradable.
. Recuerdo perfectamente la última navidad que
pasamos juntos. Estabas débil, tu caminar te delataba. Tomaste la palabra y
todos te oímos sin interrupciones. Mientras te escuchaba mi mente rebuscó el
pasado y te encontré fuerte tal como ahora te recuerdo: era domingo y bañabas
el carro azul con la manguera para llevarnos a la chacra del abuelito. Era
feliz, éramos felices. Esas imágenes nunca se borrarán de mis recuerdos porque
siempre las evoco cuando pronunciamos tu nombre en familia. Mi madre preocupada
por cargar lo necesario y mis hermanas y yo peleándonos por estar cerca a la
ventana. No sé como te las ingeniabas para llevarnos, sólo recuerdo la cara del
abuelito riendo cuando descendíamos del carro, seguramente le causaba gracia
ver a tantas chiquillas y a un niño pequeño bajar del carro con un perro
inmenso de mascota. La chacra del abuelito era un paraíso lleno de fruta, un
río corriendo a su costado y los racimos de uva adornando el mágico panorama.
Cómo me gustaban esos paseos y no te imaginas cuánto lo disfrutábamos mis
hermanas y yo. Seguramente de estar aún con nosotros, nuestros paseos
continuarían pero ahora con nuestros hijos tus nietos, los que conociste y los
que no llegaste a conocer. Siempre trato de imaginar cómo serías con tus nietos:
¿un abuelito consentidor? ¿enojón? o como el abuelito bonachón de las clásicas
películas. De todos modos, guardo un hermoso recuerdo tuyo, los inolvidables
paseos que llenaron mi existencia y que pese al tiempo transcurrido aún
permanecen nítidamente en mi memoria. Feliz día papá.